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José Antonio VILLAR
El autor del ensayo se refiere en principio a dos problemas que dice observar en los discursos tanto generales como específicos sobre comunicación:
- La falta de definición
El oyente se ve obligado en cada ocasión a ubicar los mensajes sobre ese concepto en el ramo del que supuestamente parte el emisor y adivinar la definición correspondiente.
- La ubicación dispersa
Cada disciplina del saber suele atribuirse a sí misma el conocimiento de las teorías sobre comunicación y sus aplicaciones, cuando no su dominio casi exclusivo... La investigación, tan necesaria todavía, suele hacerla cada cual desde su campo.
Ante ello, el autor se empeña por una parte en presentar, definir y explicar lo que podría se una definición unificada del concepto Comunicación, para huir del conflicto semántico, y por otra, se adhiere a las voces que reivindican una investigación, un conocimiento y un tratamiento académico multidisciplinar que podría englobarse bajo el término de Comunicología.
Al referirse a Ciencias de la Comunicación, en efecto, suele ceñirse a la esencia, cualidades, objetivos etc. de las acciones comunicativas.
Sucede casi lo mismo al entrar en el terreno de la Historia de las teorías de comunicación.
El autor cree que es hora de ir más allá de parcelaciones corporativistas tanto en la teoría como en la práctica.
Según él debe llamarse Comunicación al “estado de comunicación” entre los sujetos concernidos, y las acciones, transacciones y medios empleados para su consecución son eso: acciones, transacciones y medios, es decir, instrumentos.
En tanto en cuanto esos instrumentos no sirvan o no se dirijan a conseguir el estado de comunicación, es decir, mientras sean simples instrumentos, es así como habría que llamarlos.
Los instrumentos (acciones, transacciones y medios) son, sin embargo, necesarios para llegar al “estado” y el nivel de empleo adecuado de los adecuados, un condicionante directo del logro de los objetivos.
El estado de comunicación, es decir, la situación lograda mediante el uso de los instrumentos:
El estado de comunicación entre sujetos se puede plantear como un “status social” entre ellos.
Ese status social, evaluable, dinámico e instrumentalizable, es en principio de carácter aséptico, no tienen porqué intermediar ni ideologías ni objetivos más o menos virtuosos ya que el objetivo primordial es el de “estar comunicados”.
Para ese objetivo se propone una metodología basada en el análisis de los sujetos, sus acciones, sus transacciones y sus medios.
Desde ese objetivo más o menos alcanzado, desde ese estado de comunicación conseguido se puede o se debe aspirar a una meta más difícil, más lejana, más compleja, sea de carácter virtuoso, perverso o de cualquier índole.
El individuo es el sujeto actor básico de las acciones, de las transacciones y de los resultados consecuentes, pero cualquier tipo de agrupación entre individuos puede convertirse en sujeto activo en busca del estado de comunicación para su instrumentalización en pos de otros objetivos.
Las agrupaciones típicas de la sociedad, desde la pareja hasta la multitud más extensa, pueden tener el deseo o la necesidad de un adecuado “estado de comunicación”, por lo que habría que definir específicamente el “campo”.
El autor del ensayo sugiere el campo de la empresa como uno de los más concernidos y dedica el último capítulo a ella.
La empresa debiera contabilizar su “estado de comunicación” en haber o deber de su capital. Se trata de un capital intangible pero evaluable, gestionable e instrumentalizable que afecta, sin lugar a dudas, a su permanencia como entidad generadora de bienestar.
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